Concepción, es
un distrito que se encuentra al sur de Huamanga -Ayacucho-Perú. Su capital está ubicado en las faldas de
un agreste terreno a las orillas del río Concepción que desemboca en el
caudaloso Pampas.
Aunque
pequeño, pero Concepción es, no sé desde que época, uno de los pueblos mejor
urbanizados de aquellas zonas. Allá por los años 1950-70 tenía una plaza
principal un poco inclinada y de suelo abrupto por cuyo centro cruzaba un canal
de agua hecho de piedra. Hoy es una plaza sembrada de cemento y jardines como
las de las grandes ciudades. De cada una de sus esquinas parten 2 calles a los
4 puntos cardinales y todas ellas estaban empedradas de canto a canto y tenían
canales al centro para las aguas pluviales. Hoy, muchas de ellas
están en mal estado y sus canales están entrecortados. En aquellos tiempos no
llegaba carretera ni tenía luz eléctrica. Hoy es casi una ciudad.
.El punto más
cercano por donde pasaba la carretera era Ninabamba a orillas del Pampas
o en todo caso, Vischongo, a mas o menos 40 o 50 Km.
En Concepción
se festejaba en aquellos tiempos 3 grandes fiestas. Hasta ahora se sigue
festejando, pero ya no como en aquellos días.
La fiesta más grande era y es por su puesto, los CARNAVALES.
A fines de
octubre, con las primeras lluvias de la estación, Concepción comenzaba a
teñirse de un fresco y cálido verdor. Las polvorientas tierras y los
secos y grises troncos de los árboles por fin volvían a relucir su alegre
verdor. A fin de año, todos los valles, quebradas y lomas cobraban vida propia.
Entonces, el primer día del año, asomaba los CARNAVALES. El 1 de enero se
festejaba el Año Nuevo con el tradicional cambio de autoridades comunales:
" LOS VARAYOJH" que en aquellos tiempos imponían e impartían las
tareas comunales y también velaban que se cumpliera el orden y la justicia
comunales, aunque ya por esos tiempos habían perdido su esencia original para
ponerse al servicio de los caciques de los pueblos.
Así pues, el
año nuevo se festejaba con gran algarabía, más aun cuando la lluvia hacía
presagiar un buen año.
Cada "
Varayojh" saliente, ofrecía una gran comilona compuesto del tradicional
" Puchero" (col cocido con carne y patatas) y aguardiente y
"Chicha" de " Jhora" al nuevo " Varayojh"
entrante.
Y así, entre tragos que venían e iban, se iban armando una gran comparsa
y salían con destino a la plaza principal acompañado de toda su familia y
sus amistades cantando y bailando al compás de temas compuestos por grandes
compositores del lugar. Pero el año
nuevo, era solo el preludio de la fiesta más grande: LOS CARNAVALES.
Después de año
nuevo, la gente que tenía ganados que en esos tiempos eran por cierto muchos, salían
a las quebradas y lomas por los abundantes pastos que crecían debido a las
lluvias de la época. En los pueblos solo quedaban los más ancianos y la gente
que no poseía animales, y por su puesto también los " Caciques"
del pueblo.
Por todos lados: quebradas, lomas, caminos y regatos se oía el
sonar de " Quenas" con los típicos temas carnavaleros que invitaban
tararear o silbar hasta sin proponérselo.


Todos: mayores y jóvenes, hombres y mujeres, niños y ancianos llevaban los
carnavales en la sangre. Y todos se preparaban para la gran ocasión.
Los hombres, tanto los mayores como los jóvenes, se apresuraban en
preparar con tiempo todos los atavíos que los carnavales exigía, como: "
Chucos", " Huaracas" de todo tamaño y color, las "
Isancas" para el fiambre y otros. Y para comprarse la mejor ropa que el
gran acontecimiento exigía, muchos se iban a trabajar a las haciendas cercanas
como Ayrabamba, Ninabamba, Ojhenay, Pajhpatirana y otras. Las mujeres en
cambio se dedicaban a las diferentes labores domésticas y a tejer los
calcetines, chompas, chalinas y hacer hilos de diferentes colores para
las " Llikllas" que servían para la "Huachaca". Mientras
que las madres hacían esto para sus hijos que tal vez pronto aparecerían de
alguna parte, las mozas hacían o bien para sus hermanos o sus novios que pronto
llegarían traídos por los carnavales y esperaban ansiosas que llegara cuanto
antes los que por cierto era una especie de pasarela para lucirse
con lo mejor que tenían.
Los que habían
salido de Concepción con destino a ciudades como Lima, Huamanga y otras,
comenzaban a llegar paulatinamente con toda su familia y sus cargamentos.
A algunos, sus padres o familiares les alcanzaban hasta Ninabamba con
incluso una docena de acémilas para trasladarlos hasta Concepción atravesando
las calurosas cuestas de Bombón y Calabasayojh; o, las de Jhehuipate y
Lukmayojh. Esto se repetía casi a diario desde los primeros días de enero.
Otros, como los afamados Huaraqueros y carnavaleros Arcadio(ARCACHA) y FIDEL, se
aparecían en cualquier momento solo con sus maletines en la mano
provenientes de Lima.
Incluso
quienes se habían marchado aun solos, volvían ya más de dos o
tres. Pero volvían.
Y los que
volvían, ni bien llegaban al pueblo, armaban la buena llegada de padre y señor
mío estrenando temas de moda que muy tímidamente se propalaban en las radios de
Lima o Huamanga o los componían ellos mismos. Otros cuyos familiares tenían
" Hatos " en las quebradas solían quedarse en ellos hasta las
proximidades de la fecha o incluso esperaban el mismo día para llegar a
"Jhochapata" conjuntamente con el grupo de los lugareños.
Cuanto más cercano estaba la fecha de carnavales, iban llegando más y más Concepcianos desde todas partes y el pueblo se llenaba de gente. Muchos regresaban a sus pueblos de origen después de mucho tiempo y volvían con una emoción contenida y todas las noches salían a " Pasear" aun antes de los carnavales como a visitar a los familiares a los que no habían visto por mucho tiempo.
Llegaba febrero. Mes mágico y esplendoroso. El mes más esperado de todo el año. El mes de los CARNAVALES y el " D " estaba ya a las puertas, filtrándose poco a poco. Todo el mundo apuraba los preparativos para el gran día. A diario llegaban más y más concepcianos desde Lima y Huamanga y también de otros lugares poco conocidos para los lugareños. Y, los que ya habían llegado, "paseaban" todas las noches por la plaza principal y por todas las calles del pueblo que en pocos días más estarían abarrotadas de gente. En las lomas y quebradas se notaba el constante ajetreo de ir y venir ya sea por una u otra cosa.
Y llegaba la fecha que con tantas ansias se esperaba. Para muchos, era un año más. Mejor o peor, pero algo especial que el año anterior. Pero para otros, especialmente para los jóvenes, hombres o mujeres, era como cruzar una línea divisoria entre la niñez y la juventud. Para los niños, también era algo largamente esperado. No había nada que se comparara con los carnavales. Ni siquiera las actuales navidades que los niños concepcianos ni siquiera sabían que existía. Para un niño concepciano simplemente no existía Navidad ni Reyes. Solo carnavales.
Aunque los
niños no hacían lo que los mayores, con solo estar presente en tan maravilloso
espectáculo o por lo menos verlo de lejos, ya era algo inolvidable.
Concepción como sus anexos se llenaban de gente a rabiar.
Y llegaba así
el sábado de carnavales y se llamaba COMADRES. Sábado Comadres. Era cuando se
daba inicio oficialmente a los carnavales con el típico y original "
Huatacuy " que consistía en adornar con frutas, plantas y serpentinas
todos los altares de todos los Santos y Santas de la Iglesia, de la que se
encargaba el Mayordomo entrante de la Inmaculada Concepción. Las frutas de la
estación eran llevadas desde la hacienda de Ayrabamba al igual que el "
Cañazo" ese mismo día de Comadres. Adornada la Iglesia, los mayordomos
salían hacia la `plaza con todos sus colaboradores y acompañantes y se armaban
ya las diferentes comparsas e incluso ya se podía observar las
primeras escaramuzas de comparsas contrincantes.
La víspera de
" Comadres", o sea el viernes en la noche y la misma noche del sábado
" Comadres" carnaval, algunas comparsas o grupos de 3 a 5 personas se
dirigían hacia una zona del río Concepción llamada "Huahuacha Jhocha"
o sus alrededores, provistos de "Quenas" y "Tinyas" con un
único objetivo. OIR EL CANTO DE LAS SIRENAS. Al juntarse el sonido de
quenas y tinyas con el murmullo del río, se oía y formaba una serie de
espléndidas melodías que solo podían captar los oídos de gente iluminada en el
arte de componer bellas y melodiosas canciones de Carnaval. Era ahí que
nacían las más lindas y populares canciones que se estrenaban el día lunes
Carnavales.
A veces los
tan esperados cantos de sirena no llegaban, o simplemente no se llegaban a
captar fácilmente. Entonces, había que esperar hasta la amanecida. Pero
llegaba. Cuando sucedía eso, volvían al pueblo cantando el nuevo tema o nuevos
temas.
Y llegaba el
domingo carnaval o domingo carnavales no sé cuál de las expresiones sea la
correcta, pero sea cual sea, lo cierto es que el domingo era el último día
antes del día D.
Tanto en
Concepción como en los anexos, prácticamente todos los más afamados Carnavaleros
y Huaraqueros del lugar ya estaban presentes a excepción de algún que otro que
por alguna razón se había rezagado.
Concepción era un verdadero hervidero. Gente
yendo y viniendo. Grupos de carnavaleros afinando Tinyas, Quenas y gargantas;
niños jugando con globos y talco en las calles o en la plaza; los últimos
Marchantes con piaras de mulas pasando con destino a otros pueblos llevando
arrobas y arrobas de "Trago" (Aguardiente); gente entrando y
saliendo del pueblo.
Y en todas las lomas y quebradas era lo mismo. Aquí y allá
sonando quenas, tinyas y esquelas. En los "Hatos" (viviendas
estacionales), también se daban los últimos detalles a todo lo necesario. Cada
comarca se empeñaba en organizar de la mejor forma su comparsa.
Desde Chaupi
Hatos, Jhehui Huarango, Calabazayojh, Huallhuayojh, Huiroy Pajhcha, Yana
Piruru, Chaqui Tunas, y otros, pero ninguno quería quedarse menos
que otros, más aun cuando existía una rivalidad que venía desde los ancestros.
Los Ayrabambinos no eran
ajenos. Tenían que recorrer más de 15 kilómetros
cuesta arriba y tenían que agenciarse de todo lo necesario pero solo lo
indispensable para no cargar con mucho peso cuesta arriba.
En los
"hatos", el domingo en la noche se daban los últimos detalles del
grupo. Alguno que otro llegaba apenas esa noche procedente de Lima o Huamanga
para unirse a la comparsa de su sector. En la misma Zona solían haber varios
grupos casi siempre antagónicos ya sea por "Barrios" o familias.
En
algunas casas era todo un alboroto. En otras, la noche del domingo era de
guardarse pronto para madrugar al día siguiente. En algunas no había tal
algarabía, tan solo por que el hijo, hermano, tío, primo, o amigo
esperado no había llegado. Solo llegaba la noticia de que se había quedado
bañado en lágrimas porque no le había sido posible venir.
Lo peor era para algunas mozas que tenían planeado debutar en tan
esperado acontecimiento acompañada de algún hermano mayor, primo, o tío o novio
que tenía que llegar y no llegaba. Eso era un verdadero drama, ya que sin
alguien de confianza que las llevara, sus padres no la dejarían ir a su primer
año de Carnaval.
En aquel entonces, para los jóvenes (hombres y mujeres) que más o menos rondaban los 15 años, el "Pasear" (cantar y bailar) en los carnavales, era como obtener la licenciatura en derecho civil, o sacar patente de corso. Y si ese año no podía ser por alguna razón, había que esperar otro año o tal vez 2 más. Y eso significaba seguir siendo niño o niña.
Era tal la expectativa
que si sus padres no les daban permiso, no les quedaba otra que en cuanto
terminara los carnavales marchar hacia Lima o Huamanga y así poder volver al
año siguiente con licencia para gozar los Carnavales.
Y LLEGABA EL GRAN DIA. LUNES
CARNAVALES
En Concepción,
a las primeras horas del día lunes todo era un incesante ajetreo Mientras las
mujeres preparaban los fiambres, los hombres daban los últimos retoques a
las indumentarias: Poner espejos y cintas a los " Chucos", remojar
las "Tinyas", acondicionar las "Huaracas" y
ponerse la mejor ropa.
Cuando el sol alcanzaba más o
menos la altura de un hombre sobre el Huaujhiyojh al otro lado del Pampas,
comenzaba la marcha. De diferentes partes del pueblo iban saliendo los
grupos de carnavales hacia la plaza con todos sus instrumentos, indumentaria, atuendos
y pertrechos necesarios.
Al
compás del popular himno "Rinkichu Manachu" (vas o no) daban media
plaza (una o dos vueltas en la Plaza) para luego dirigirse hacia la salida
Norte del pueblo. Todos los grupos realizaban este ritual ineludible todos los
años desde tiempos remotos, para luego dirigirse no sin antes persignarse y
encomendarse a alguno de los santos hacia un único destino. "
JHOCHAPATA"
De la misma manera, desde todos los puntos de Concepción salía la
gente en grupos pequeños o numerosos. De las quebradas o lomas la gente salía
el Lunes muy temprano preferiblemente antes de salir el sol. Hombres mujeres y
niños. Algunos a pie con las crianzas, otros a lomo de bestia, o cargando la
fruta estrella de la estación: La "Tuna" y, en una interminable
cadena humana, ruidosa y colorida se desplazaban hacia Jhochapata. Todos los
caminos confluían en Jhochapata. El reflejo de espejos, el tañer de Tinyas y
Esquelas, el sonar de los silbatos y Quenas, se podía oír a muchos kilómetros y
desde todos los caminos .Desde la quebrada de Chaupi Hatos, Chamanayojh, Jhehui
Pate, Jhehui Harango, Ayrabamba, Calabazayojh,
Huallhuayojh, Huiruy Pajhcha, Yana Piruru, Chaki Tunas, y otros, se desplazaban
formando grupos de comparsas. De algunos de estos lugares salían hasta 3 a 4
grupos.
A eso
de las 9 o 10 de la mañana muchos de esos grupos arribaban a JHOCHAPATA. Y del
pueblo también se formaba una interminable y colorida cadena humana.
JHOCHAPATA. Palabra santa y mágica. Nombre mágico y lugar mágico. Lugar santo y
profano. Lugar religioso y pagano. Umbral y límite. Inconmensurable. Todo
eso y mucho más era Jhochapata en aquellos dorados años. Uno pasaba por
aquel lugar cualquier día del año y era como llegar y pasar por cualquier
lugar de Concepción. Pero llegar a Jhochapata el día Lunes Carnavales, no tenía
punto de comparación ni parangón. Ese día, ese único día del año, Jhochapata se
convertía en una auténtica Catedral. En un escenario mágico lleno de jolgorio, alegría, tristeza, valentía, amor, pasión y miedo. Era ahí que se encontraban todas las pasiones juntas, tanto las buenas como las bajas. Era ahí, donde se zanjaban todas las diferencias y desavenencias acumuladas durante el transcurso del año o incluso de muchos años . Donde se encontraban sin remedio todas las pasiones encontradas y casi siempre concluía en descomunales trifulcas en las que no poca sangre regaba las hierbas que allí crecían. Cualquier altercado, cualquier problema se dejaba para Jhochapata. "Jhochapatapim tupasun" ( nos veremos en Jhochapata ) era la frase acuñada desde tiempos inmemoriales. Y no se decía solo por decirlo. Allí nacían y morían también grandes amores. Solo allí se alcanzaba la gloria. La verdadera libertad.
A media mañana las comparsas iban tomando sus emplazamientos guiados por sus capitanes quienes tenían que tener todas las cualidades, indumentaria y pertrechos de un verdadero carnavalero. Esto comprendía de un "Chuco" hecho de piel de zorro con cintas y espejos multicolores, una "huaraca" grande de cuero o cabuya en la cintura; dos huaracas medianas cruzadas a los flancos; dos "Izancas" pequeñas cruzadas a los flancos, cuyos contenidos eran en una: duraznos y tunas, y en la otra, cobollos de caña o huanarpo; dos pañuelos de color cruzadas en el pecho y espalda; una esquela grande atada a la cintura con una huaraca ; dos huaracas pequeñas de colores cruzadas a los flancos; una o dos quenas sujetas al cinto; un pañuelo blanco en cada rodilla; un cascabel o una esquela pequeña en cada rodilla; una huaraca preparada para atacar o defenderse a la mano; y por último, una botella de cañazo en el bolsillo.
Luego se iban sucediendo los encuentros entre amigos, familiares o vecinos con el respectivo y mutuo brindis a pico de botella. Se brindaba hasta con el enemigo. En carnavales no se portaban copas o vasos. Todo era a pico.
Luego salían a dar las primeras vueltas en la pampa e iban ya sacando a flote parte de alguna promesa jurada, alzando huaracas en ademán amenazante hacia a alguien o algún grupo, indicio de que más pronto que tarde habría un encuentro nada amistoso. También era momento de estrenar los temas más recientemente compuestos ya sean de foráneos o lugareños. La mayoría de las nuevas canciones salían calientitas desde Huahuacha Jhocha.
Pero lo mejor o lo más feo comenzaba después del medio día cuando el cañazo comenzaba hacer su trabajo en la cabeza. Uno y otro salía huaraca en alto dispuesto a armar la fiesta. Por aquí y allá comenzaba a correr Huaraca
( Huaracanacuy ). primero de par en par, luego por docenas en las diferentes modalidades. Pero la huaraca solo el preludio y acicate para lo más fuerte.Comenzaban las peleas por aquí y allí, Corrían y silbaban huaracas en el aire, a veces salían volando esquelas con su amarre y todo, corrían piedras o cualquier cosa que sirviera de proyectil, hombres trenzándose entre hombres, mujeres tirándose de las trenzas, sangre aquí y allá, algunos gateando, otros corriendo, otros proferiendo amenazas, niños y mujeres llorando, otros tratando de separar. Pero no siempre terminaba en tragedia. Casi por lo general la pelea terminaba abrazos y brindis entre contrincantes, o simplemente lo dejaban para proseguir en el pueblo.
qapaqtinkuy.blogspot.comA media mañana las comparsas iban tomando sus emplazamientos guiados por sus capitanes quienes tenían que tener todas las cualidades, indumentaria y pertrechos de un verdadero carnavalero. Esto comprendía de un "Chuco" hecho de piel de zorro con cintas y espejos multicolores, una "huaraca" grande de cuero o cabuya en la cintura; dos huaracas medianas cruzadas a los flancos; dos "Izancas" pequeñas cruzadas a los flancos, cuyos contenidos eran en una: duraznos y tunas, y en la otra, cobollos de caña o huanarpo; dos pañuelos de color cruzadas en el pecho y espalda; una esquela grande atada a la cintura con una huaraca ; dos huaracas pequeñas de colores cruzadas a los flancos; una o dos quenas sujetas al cinto; un pañuelo blanco en cada rodilla; un cascabel o una esquela pequeña en cada rodilla; una huaraca preparada para atacar o defenderse a la mano; y por último, una botella de cañazo en el bolsillo.
Luego se iban sucediendo los encuentros entre amigos, familiares o vecinos con el respectivo y mutuo brindis a pico de botella. Se brindaba hasta con el enemigo. En carnavales no se portaban copas o vasos. Todo era a pico.
Luego salían a dar las primeras vueltas en la pampa e iban ya sacando a flote parte de alguna promesa jurada, alzando huaracas en ademán amenazante hacia a alguien o algún grupo, indicio de que más pronto que tarde habría un encuentro nada amistoso. También era momento de estrenar los temas más recientemente compuestos ya sean de foráneos o lugareños. La mayoría de las nuevas canciones salían calientitas desde Huahuacha Jhocha.
Pero lo mejor o lo más feo comenzaba después del medio día cuando el cañazo comenzaba hacer su trabajo en la cabeza. Uno y otro salía huaraca en alto dispuesto a armar la fiesta. Por aquí y allá comenzaba a correr Huaraca
( Huaracanacuy ). primero de par en par, luego por docenas en las diferentes modalidades. Pero la huaraca solo el preludio y acicate para lo más fuerte.Comenzaban las peleas por aquí y allí, Corrían y silbaban huaracas en el aire, a veces salían volando esquelas con su amarre y todo, corrían piedras o cualquier cosa que sirviera de proyectil, hombres trenzándose entre hombres, mujeres tirándose de las trenzas, sangre aquí y allá, algunos gateando, otros corriendo, otros proferiendo amenazas, niños y mujeres llorando, otros tratando de separar. Pero no siempre terminaba en tragedia. Casi por lo general la pelea terminaba abrazos y brindis entre contrincantes, o simplemente lo dejaban para proseguir en el pueblo.
muy bien relatado ahora entiendo mass sobre el grandioso pueblo de mi mamita . graciass!
ResponderEliminarmegustaria ver mas fotos del carnaval concepciano de años anteriores. y que si podrian subir los carnavales de los "hijos de concepcion"
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